Nos empeñamos cada día en ser los más
productivos, los más eficientes, los que tiene la información más actualizada,
al minuto, al segundo…. Y que va, os aseguro que la productividad no tiene
nada que ver con trabajar más horas, sino que es cuestión de sacarle
más partido a las que trabajamos, planificarnos y quitarnos distracciones, os
cuento. Después de varios días intentando quedar con mis amigas para hacer algo
tan inconfundible en Enero como es ir de rebajas, conseguimos cuadrar agendas,
tareas, niños y demás obligaciones que hacen de ir de compras parezca un viaje
al centro de la tierra.
Ni que decir tiene que en la comida previa
a la aventura que teníamos por vivir, ¡¡¡ por fin de rebajas¡¡¡, hicimos una
declaración jurada de no hablar de trabajo, de ningún trabajo, ni del nuestro,
de nuestras parejas, ni de nuestros vecinos, de ninguno. Fue un ejercicio de
voluntad que fue beneficioso, porque no trasladamos a la mesa ningún rastro de
tensión o sensación de prisa que durante la jornada laboral suele pasear de la
mano, como pareja de hecho nuestra.
El tiempo nos acompaño, lucia una tarde de
invierno con sol, con luz, y mucho brillo que nos escoltó en nuestro desfile
por las tiendas de nuestro gusto, pletóricas anidábamos con nuestras bolsas
de acá para allá.
Pero de pronto, una idea absurda que no
entraba dentro de nuestro pacto, mudo la luz en niebla, el brillo en oscuridad
: se me ocurrió abrir el correo electrónico, configurado en el móvil , porque
claro , no podemos olvidar estar permanente conectados, comunicados,
notificados , advertidos, avisados, lo más de lo más.
¿Porque tuve que revisar los correos
electrónicos? ¿Porque querer solucionar las tareas pendientes en una tarde de
chicas? Porque quería mejorar mi eficiencia, así, rodeada de bolsas, de
risas, de colas y sin poder facilitar el trabajo ni la respuesta al que estaba
al otro lado del correo, moderna y optimista, donde las haya.
Me pudo un exceso de optimismo, ese que se
llama “Enga, sólo estaré 5 minutos”, y me enfrasqué en leer “hilos de correos”
y correos nuevos, que no aportó más valor a mi trabajo. Es más me atrevo a
decir que es un pésimo hábito por si mismo (abrir el correo constantemente, en
cualquier sitio), y que después de esta experiencia, me hizo ver que en mi caso,
y entiendo que en muchos más, es una fuente inagotable de improductividad y…
pena.
Queridas amigas y amigos, perdí una de mis
preciadas bolsas. Guardaba la prenda de mis sueños, la que me había costado la
cola de caja más larga, la que me había pasado toda la temporada esperando, la
que representaba por excelencia la tendencia de este otoño y además según todos
los blogs de moda continuaba viva, superbien de precio y que me quedaba de
escándalo. Un desastre.
Ese día buscaba la felicidad y me encontré
de bruces con mi imagen de eficiencia arrugada delante del cristal de una
cafetería donde con unos churros con chocolate lloramos la pérdida.
https://www.youtube.com/watch?v=DVxAIAi9XVARebajas de Enero_Joaquin Sabina_You Tube