Tras la
implantación en el Servicio Andaluz de Salud (SAS) de la Evaluación para el
Desempeño Individual (EDP) en el año 2002 , la gestión por
competencias llega para quedarse.
Tres leyes estatales de
aplicación al ámbito del Sistema Nacional de Salud regulan la evaluación de las
Competencias:
• Ley 16/2003, de 28 de mayo, de cohesión y calidad
del Sistema Nacional de Salud.
• Ley 44/2003, de 21 de noviembre, de ordenación de las
profesiones sanitarias.
• Ley 55/2003, de 16 de diciembre, del Estatuto Marco del
Personal estatutario de los servicios de salud.
Pero….¿Qué
es la Competencia Profesional?
Es la Aptitud del profesional sanitario para
integrar y aplicar los CONOCIMIENTOS, las HABILIDADES y las ACTITUDES asociados
a las BUENAS PRÁCTICAS de su profesión para resolver los problemas que se le
plantean. (Art.42)
La Evaluación del
Desempeño es un proceso sistemático y periódico de estimación cuantitativa y
cualitativa del grado de eficacia de una persona en su puesto de trabajo. Para
los cargos intermedios la EDP es un procedimiento que permite o pretende ser
objetivo y homogeneizar la actuación a llevar a cabo en el desarrollo de esta
actividad, su objetivo es evaluar el grado de eficacia de una persona en su
puesto de trabajo.
Hay varios tipos de
competencias, en el caso que nos ocupa , sólo se evalúan las, competencias generales, son las que
actualmente afectan a todos los profesionales del sistema sanitario,con
independencia de su puesto o categoría, y se utilizan para la EDP:
• Actitud
de aprendizaje y mejora continua.
• Trabajo
en equipo.
• Orientación
a resultados.
• Orientación
al ciudadano, respeto por los derechos de los pacientes.
En resumen lo que se
persigue con la citada evaluación a todos los niveles es una gestión
eficaz del rendimiento de las personas que se encuentran dentro de una
organización.
En principio este
sistema tiene sus bondades, permite:
A LA ORGANIZACIÓN:
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A LOS EVALUADORES:
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A LOS EVALUADOS:
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Establecer
un estilo de dirección común. Clarificar la importancia y significado de los
puestos de trabajo. Estimular a las personas para que consigan mejores
resultados. Valorar objetivamente las contribuciones individuales.
Identificar el grado de adecuación de las personas a los puestos y optimizar
las capacidades personales. Mejorar el rigor y la equidad de las decisiones
que afectan a la gestión de los recursos humanos (por ejemplo, promoción y
retribución).
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Fomentar
la comunicación y cooperación con el evaluado. Dar sentido a la actividad de
los evaluados dentro de la organización, dándoles a conocer sus puntos
fuertes y sus áreas de mejora. Dar información a los colaboradores sobre las
prioridades y pautas para el desarrollo de su trabajo. Reforzar la sensación
de equidad gracias al reconocimiento de los esfuerzos personales. Potenciar
el conocimiento y las relaciones interpersonales con sus colaboradores.
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Desarrollar
la comunicación y el conocimiento con su superior inmediato. Tener información
sobre cómo es percibida su actuación profesional. Definir, con su evaluador,
planes de acción para mejorar su competencia profesional. Conocer los
parámetros por los cuales va a ser valorada su actividad laboral.
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Sin embargo existen
muchos detractores de esta práctica de recursos humanos, tanto entre
evaluadores como entre evaluados; y es que hay que mencionar que la citada
evaluación está vinculada a incentivos. En concreto al Complemento al
rendimiento profesional (CRP).
También hay que señalar
que la EDP que realice tu superior determinará el 40% de tu CRP además de los
remanentes que haya podido percibir la unidad y claro, este matiz influye
mucho. Este punto concreto es el que que genera tanta controversia y
desafección entre los profesionales que ven ambos conceptos íntimamente unidos
y es que el CRP también evalúa el desempeño de los profesionales del SAS.
Como alegan la gran
mayoría de profesionales, cada uno es productivo en su ámbito y competencia
profesional, por tanto no deberían existir esas diferencias abismales entre
categorías profesionales en cuanto a las primas que se perciben ¿deberíamos cobrar
todos lo mismo y que precisamente la EDP fuese la que marcara la diferencia en
función del rendimiento obtenido?
Por otra parte ¿es
razonable que el formulario empleado en la EDP sea el mismo para todas las
categorías profesionales? Si conlleva diferencias retributivas según categoría
profesional ¿no sería coherente que se diseñase un formulario diferente según
la categoría y el cargo?.
Sería una oportunidad
aprovechar los vestigios de cambio en el sistema para mejorar esta herramienta
y lograr que sea más eficiente y justa.
Vaya con el camino que está recorriendo la famosa evaluación del desempeño individual (EDP)… Añado a lo que argumentas Teresa, que con la EDP se pretendía (y entiendo que pretende) dar la importancia de la comunicación entre el responsable y el profesional, se tienen en cuenta sus puntos de vista, es posible el intercambio, el profesional se siente escuchado y reconocido por su responsable inmediato. Se recompensa la contribución individual mediante la evaluación de su trabajo, recibe feed-back, se proponen mejoras, se pacta un plan de desarrollo. En fin, seguiremos ilusionados….
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