La Gestión
Clínica se ha consolidado en Andalucía como el modelo de gestión sanitaria,
siendo las Unidades de Gestión Clínica el elemento nuclear de la organización
asistencial. Este modelo organizativo por unidades de Gestión Clínica a pesar
de estar consolidado en nuestra comunidad aún requiere reflexión y
planificación sobre la implementación de un
modelo basado en la gobernanza
donde los lideres formales de la unidad (Director/a de la unidad y gestor/a de
cuidados) son quienes deben desarrollar de forma conjunta la respuesta a las
necesidades de la ciudadanía a la que atienden, generando un clima laboral saludable, gestionando a profesionales
y recursos materiales, fomentando el avance competencial y la generación e
implementación del conocimiento entre los miembros de la unidad.
Sin
embargo, nuestros centros hospitalarios aun suelen mantener estructuras que
caminan en paralelo, con una visión de los cuidados como soporte a la actividad
médica más que como parte fundamental de la atención clínica. Este modelo
basado en una jerarquía lineo funcional, con varios niveles de decisión muy diferenciados,
dificulta la potencialidad del trabajo en equipo, la puesta en marcha de estrategias
de avance e innovación y produce fragmentación de muchos de los procesos
necesarios en la Atención Hospitalaria.
La crisis económica
y las medidas de ajuste que se han tenido que poner en marcha como consecuencia
de las directrices del gobierno central para disminuir costes y mantener
resultados han generado un clima de desmotivación y desconfianza institucional
muy poco saludable para los profesionales del sistema sanitario, y en este
contexto los cargos intermedios de la organización se han visto abocados a centrarse
en la gestión de recursos y no en la gestión de los cuidados.
No hay duda
que la Atención Hospitalaria debe contar con gestores de cuidados con liderazgo
y responsabilidad en la toma de decisiones clínicas y de gestión, ya que se
obtienen mejores tasas de contratación y permanencia de enfermeras y tasas más
bajas de mortalidad de pacientes (hospitales magnéticos).
En 2006 las
compañeras de la RNAO publicaron una guía sobre
el desarrollo y el liderazgo en enfermería donde ya adelantaba las 5
practicas basadas en la evidencia que se deberían poner en marcha por los
gestores de cuidados:
-
Fomentar las relaciones de confianza.
-
Creación de un ambiente de trabajo
empoderando a todos los profesionales del equipo.
-
Desarrollar la generación e implementación
del conocimiento en cuidados.
-
Fomentar el trabajo basado en los procesos
y orientados a resultados donde el cuidado tenga el protagonismo necesario.
-
Contar con los recursos necesarios para asegurar
unos cuidados de calidad.
Han pasado
11 años y aun a nuestras organizaciones les queda mucho que avanzar en este
sentido, se han generado multitud de evidencias
en este sentido, es más hace pocos días leímos un post muy interesante del
compañero Serafín
Fernández en la factoría cuidando donde refleja como nuestros cargos
intermedios necesitan una redefinición de sus funciones y una apuesta decidida por
parte del sistema para que ponga en valor a los gestores de cuidados y se promueva
el cambio de modelo.
El cambio
de la gestión de recursos a la gestión de los cuidados también pasa por la posibilidad
de que los profesionales de los cuidados estén presentes en el ámbito de la
gestión en todos los niveles de decisión, formando parte de los equipos en la
macro y meso gestión, la presencia de enfermeras en las estructuras de macro
gestión es actualmente testimonial en nuestro sistema sanitario, ninguna
enfermera en el equipo directivo de la Consejería de salud o del Servicio
Andaluz de salud,
Y si
miramos que ocurre en los cursos de formación para directivos y cargos
intermedios de nuestras unidades, impartidos por organismos con vinculación con
el sistema sanitario donde un porcentaje de alumnos muy elevado son enfermeras
y la representación docente de las enfermeras es mínima o no existe.
La presencia de gestores de cuidados lideres con visión
de servicio al ciudadano que hagan posible el hecho de que la ciudadanía participe de forma real en el
sistema, con una formación sólida que nos capacite para el desempeño de los puestos,
que empoderen al equipo profesional al que representan, es extremadamente necesaria
porque como reflexiona nuestra compañera y referente internacional Doris
Grispum una sociedad con un sistema
sanitario que fomente enfermeras excelentes será una sociedad mas sana.
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