viernes, 16 de junio de 2017

SUPERBACTERIAS A LAS PUERTAS


https://lacienciaysusdemonios.com/2016/06/02/superbacterias-frente-a-antibioticos-la-verdadera-tercera-guerra-mundial/
    Las bacterias como organismos vivos luchan denodadamente por progresar evolutivamente y adaptarse a su entorno. Pese a su ínfimo tamaño, lo hacen como nadie. Por eso son los seres con más éxito en la historia de la vida sobre el planeta. Su éxito se basa en su enorme capacidad reproductiva y su plasticidad genómica que le permite sufrir mutaciones intensas en sus cadenas de ADN sin que eso le suponga necesariamente poner fin a sus días. Para muchas bacterias la pérdida de información genética y la adquisición de genes exógenos desde su entorno es constante. Variar la información genética de manera veloz, tener mecanismos de reparación, hacer varias “copias de seguridad”, y transferirla con elevada frecuencia a una nueva generación que es exactamente una copia, es una apuesta segura para adaptarse a nuevos ambientes y nuevos entornos. Así es como se pueden encontrar bacterias llamadas extremófilas, lo mismo embutidas en un glaciar del cuaternario, que en la caldera de un volcán, que en una fosa abisal a miles de metros bajo el mar, que en el núcleo de reactor nuclear, que en nuestro estómago con su agresivo pH.
     Las bacterias sin resistencia a los medicamentos, por tanto, pueden volverse resistentes por medio de la adquisición de genes resistentes de otros microbios.
    Pero lo que no ha evolucionado al ritmo necesario para controlar a aquellas que resultan patógenas dentro de nuestro organismo, son los antibióticos. Los antibióticos conocidos con capacidad bactericida constituyen un número limitado pese a los cada vez mayores esfuerzos de la comunidad científica y farmacéutica por encontrar a estas auténticas y diminutas “sustancias-diamante”. 
    Como viene señalando la OMS el uso incorrecto y el abuso de los microbicidas está generando resistencia incluso en bacterias que hasta hace poco resultaban simplemente inofensivas. La dosificación incorrecta, la interrupción de un tratamiento o el uso de fármacos en mal estado suponen un factor de riesgo que contribuye muy principalmente a la resistencia a antibióticos. Y no sólo es generador del riesgo, el paciente que usa mal el medicamento por desconocimiento o por imprudencia, sino también lo puede ser el profesional sanitario que no reconozca convenientemente la etiología bacteriana, se deje presionar por la insistencia del paciente, o pueda obtener algún beneficio por el incremento de ventas de un determinado fármaco.
    Hasta tal punto se está convirtiendo éste en un peligro para la salud de las personas y del medio que la OMS publicó en febrero de este año la lista de las bacterias para las que se necesitan urgentemente nuevos antibióticos. Una lista de “patógenos prioritarios” resistentes a los antibióticos, en la que se incluyen las 12 familias de bacterias más peligrosas para la salud humana.
    Un equipo de investigación formado por científicos de la Universidad Rice, de la Universidad de Buffalo y de la Universidad de Michigan, puso de manifiesto que cuando se ingiere un antibiótico aproximadamente un 90% del mismo no es metabolizado, por lo que pueden abandonar el cuerpo en forma intacta. Las personas que toman antibióticos los eliminan, introduciéndolos en las plantas de tratamiento de aguas residuales, en donde los microbios son expuestos en forma constante a dichos medicamentos. 
    Respecto a las 12 familias de bacterias de la OMS, señaló la subdirectora General de la OMS para Sistemas de Salud e Innovación, Marie-Paule Kieny, que. “esta lista es una nueva herramienta para garantizar que la investigación y el desarrollo respondan a necesidades urgentes de salud pública”. Diana Aga, profesora de química de la Facultad de Artes y Ciencias de la Universidad de Buffalo y componente del equipo de investigación antes mencionado hizo la siguiente acotación:
 
La resistencia a los antibióticos es un problema mundial, y muchos investigadores están tratando de combatir dicho problema mediante la creación de nuevos medicamentos […] Nosotros estamos abordando el problema desde un ángulo diferente: estamos tratando de evitar su propagación.”
 
Así es. El problema trasciende el inapropiado uso que puedan hacer los usuarios o sus médicos de estos microbicidas. Los antibióticos se encuentran sistemáticamente presentes en la cadena alimentaria habitual. Se inyecta a las cabañas de animales que acaban formando parte de la cesta de la compra: están en el pollo, en la ternera, en el cerdo,…, y por extensión en sus productos, los huevos, la leche. Y no sólo carnes. En productos de acuicultura como el salmón o los langostinos, se abusa de tal manera de los antibióticos que se están generando igualmente resistencias a patógenos, amén de liberarse al entorno un excedente de antibióticos que afectan a la fauna silvestre llegando a dañar irreversiblemente ecosistemas naturales.
 
A mayor abundancia, con la destrucción de ecosistemas terrestres claves como son los bosques húmedos tropicales o los fondos marinos, contribuimos a incendiar la “biblioteca de Alejandría” de los futuros antibióticos aún por descubrirse, pues la generación de antibióticos de síntesis es muy cara y compleja, mientras que en la naturaleza, campo experimental dedicado por millones de años, se encuentran de manera gratuita. Sólo habría que estirar la mano y cogerlos. Eso sí al menos con una cierta humildad, reverencia y respeto a un planeta que nos ofrece tamaño regalo.

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